2. 9 Encrucijada

2.9 Encrucijada

-¡No podrás hacer nada hasta que no te alimentes!

El grito de Jane me taladró los oídos mientras me levantaba del suelo. Llevábamos una semana de entrenamiento y no había conseguido transmitir una sola emoción., ni a Julian ni a ella.

-Mi poder requiere contacto físico.

Intenté excusarme, suplicando en mi mente que Jane dejase de ir por ese camino. Mi sed se hacía más grande por momentos y sabía lo que me esperaba, aunque estuviese intentando retrasar el momento.

-Prácticamente todos los poderes mentales lo requieren al principio. Es la práctica y el hábito los que hacen del contacto algo innecesario- la chica levantó la cabeza y suspiró lentamente-, algo de lo que obviamente tú careces.

-Estoy embarazada, Jane, no estoy en mi mejor momento físico.

-Lo sé, también tendré que hablar con Aro de eso.

Di un paso adelante de forma instintiva, llevaba días sospechando que me ocultaban algo importante.

-¿A qué te refieres con ‘también’

Jane recogió su túnica del suelo y comenzó a ponérsela sin apartar la vista de mí. Aun no conseguía concienciarme de que aquella vampiresa no era una simple niña. La verdad era que en las últimas semanas la visión que tenía de ella había cambiado. Antes era Jane, la  horrible Vulturi torturadora; pero ahora deseaba que las horas de entrenamiento llegasen; la sensación que Jane producía en mí durante las prácticas eran los únicos momentos  en los que podía recordar cómo era estar con Jake, al menos era la sensación más parecida.

-Necesitas un aliciente para mejorar, y sabes de qué te hablo.

Agaché la cabeza, a veces me preguntaba si Jane podría leer mi mente.

-Solo necesito descansar un poco.

-Y sufrir un poco más.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo.

-No te dejará hacerlo, podría ser peligroso para el bebé.

Jane no contestó, terminó de ponerse la capa y se dio la vuelta. Me quedé petrificada mientras la veía caminar hacia el gran portón que separaba la sala de entrenamiento de los pasillos.

Aun recordaba las palabras de la chica que había tocado mi vientre hacía ya siete días, estaba lo suficientemente fuerte, ¿Pero lo suficientemente fuerte para qué? ¿Para sacarlo? ¿Para hacerlo sufrir? Tenía que hacer algo, pero estaba completamente atrapada.

El tiempo se fue volando mientras pensaba en lo que el destino nos deparaba al bebé y a mí; no levanté la vista del suelo hasta que escuché que la puerta de la sala de abría de nuevo.

-Nessie – Nahuel asomó la cabeza sin llegar a entrar-, ¿Estás bien? Me mandan a buscarte.

No, no estaba bien; echaba de menos a Jacob y a mi familia; y lo peor era tener la sensación de que ellos habían  tenido razón, de que toda la culpa de lo que ocurría la tenía yo. Si hubiera vuelto a Forks mi bebé jamás habría estado en peligro, y Andrew…

-¿Podemos ir a verle?

No tuve que decir a quién me refería, Nahuel asintió con la cabeza antes de entrar por completo en la estancia y cogerme de la mano.

-No habrá problema, Andrew cada vez está más tranquilo.

Ambos salimos de la sala de entrenamientos y nos internamos en la maraña de pasillos. A pesar de mi capacidad de ubicación todavía no había conseguido hacer un mapa mental de el hogar de los Vulturi; aquél laberinto estaba diseñado para que ningún ser vivo, tan solo ellos, pudieran saber dónde se encontraban en ese momento.

-¿Tenemos que avisar antes a Aro?

Nahuel me miró de refilón sin dejar de cogerme de la mano mientras andaba.

-Nessie, creo que no te has dado cuenta de que tienes más libertad de la que crees; Aro no nos permite salir de aquí, pero aparte de eso puedes ir a dónde quieras- le lancé una mirada fulminante- , vale… No voy a negar que te tenga secuestrada. Si lo prefieres piensa en esto como en una cárcel enorme y de lujo.

-Preferiría que todos se portasen mal conmigo, y que me tuvieran encerrada en una habitación- contesté sin saber muy bien si lo que decía era cierto-, tener tanta libertad y a la vez tan poca es…

-Frustrante.

Nahuel suspiró, creía que iba a añadir algo más, pero durante unos minutos solo hubo silencio entre nosotros.

No podía creer que Nahuel se hubiera adaptado tan bien a ésta vida de servidumbre. Era cierto que él no tenía un bebé, ni una familia de la que preocuparse; pero esa no era razón para aceptar aquella clase de vida.

-Juntos podríamos huir- dije de repente.

Mi amigo no contestó, se limitó a seguir recorriendo esa maraña de pasillos.

Odiaba el modo en que todo el mundo aceptaba su papel en aquél lugar. Odiaba tener que hacerlo yo por miedo a que Jake sufriera algún daño.

-Nahuel-, insistí-, tú eres fuerte; y yo estoy aprendiendo…

Nahuel se paró en seco y me cogió por los hombros.

-No vuelvas a hablar de éste tema, ¿Entendido?- se acercó más a mí-, Nunca.

Pude ver en su rostro el miedo con el que decía aquellas palabras, me zafé de sus brazos y le di la espalda para seguir andando, sin saber muy bien la dirección que tenía que tomar.

-Está bien, no volveré a hablar del tema.

Nahuel me adelantó al poco tiempo para seguir indicándome el camino. No me importaba que se enfadase conmigo, ni que tuviera miedo. Tarde o temprano los esfuerzos de Julian y Jane darían sus frutos, y antes de que se dieran cuenta sería lo suficientemente poderosa como para mandarle un mensaje mental a Jacob.

-Ya estamos llegando- susurró al cabo de unos minutos.

Cuando nos paramos en la puerta me puse  en posición de ataque. Sabía bien de lo que eran capaces los neófitos, por muchos vínculos emocionales que hubieran hecho con las personas cuando conservaban la humanidad.

-Espera- paré la mano de Nahuel cuando éste tocó el pomo-, Está… ¿Está enfadado conmigo?

-No Nessie,- sonrió levemente-, nadie está enfadado contigo; pero está enfadado consigo mismo, y eso es todavía peor.

Asentí para que abriese la puerta. Como era de suponer la habitación en la que entramos no era en la que se encontraba Andrew; dos pesados vampiros se hallaban custodiando una segunda puerta de hierro macizo.

-¿Os manda alguien?- susurró uno de ellos a Nahuel.

-No, venimos a visitar al neófito- hizo un pequeña pausa- Aro vendrá en unos minutos.

Quise preguntarle cómo y por qué sabía que Aro se uniría a nosotros, pero no era el mejor momento. El guardia abrió la puerta con lentitud y dejó ver un cuarto parecido a mi propia celda; Andrew se encontraba recostado en la cama, mirando al techo.

No me atreví a decir nada, mi antiguo amigo me miró con ojos de depredador, pero sabía que se debía a la sorpresa de ver a alguien entrando. Instinto territorial.

Nahuel cerró la puerta tras nosotros, dejando a ambos guardias fuera.

-Nessie…- la expresión de Andrew volvió a relajarse; se levantó de la cama sin acercarse a mí-, lo siento muchísimo, siento todo esto.

No pude evitarlo, salvé la distancia que me separaba de él y le abracé.

-Y yo siento todo lo que has pasado por mi culpa, siento lo de tu hermana, y todo esto…

Noté cómo su cuerpo se ponía rígido en mis brazos.

Me separé de él para mirar su rostro, tenía los ojos completamente negros, tanto que el color blanco comenzaba a volverse grisáceo.

-¿No te estás alimentando?

-Estoy bien… - hizo un gesto dolido-, no eres tan apetitosa como un humano.

Me volví hacia Nahuel.

-¿Desde cuándo no le alimentan?

Ninguno de los dos me respondió. Pasé la vista de uno a otro esperando que alguien hablase.

-Estoy bien, Nessie; en parte es lo mejor.

-¿El qué?- casi grité- ¿Morirte de hambre?

Sabía que Andrew era muy peligroso en aquel momento; por alguna extraña razón mi sangre no le atraía lo suficiente, y no necesitaba cadenas; además sabía que no me habrían dejado verle si hubiera corrido peligro. ¿Pero por qué le hacían esto?

Nahuel se acercó a nosotros.

-Pronto se alimentará.

-No es necesario- respondió mi amigo casi al instante.

-Andrew- miré aquellas profundas fosas negras- ¿Desde cuándo estás así?

No contestó. Finalmente Nahuel se decidió a decir la verdad.

-¿Por qué crees que ha llevado cadenas las primeras semanas, Nessie? Andrew nunca se ha alimentado.

Me quedé completamente pasmada.

-¿Es… es eso posible?

Nahuel se apoyó contra la pared.

-Con entrenamiento parece ser que sí.

-¡Pero su cuerpo se degradará! Terminará por volverse loco, o perder todas sus fuerzas.

Andrew no dijo una palabra.

-No estará así para siempre, Nessie.

Escuché los pasos de Aro por el pasillo.

-¿Entonces hasta cuándo?

Andrew alzó la vista hacia mí antes de volver a sentarse en la cama.

-Hasta que tú decidas alimentarte conmigo.